DIEGO LOLIC, director del cortometraje SANTA LUCÍA

Uno de nuestros alumnos filmó hace unas semanas atrás su obra de egreso, una realización dramática de quince minutos, convirtiéndose así en la primera adaptación cinematográfica de un relato creado por el escritor Pablo Simonetti.

1.- ¿Por qué te interesaste en un relato de Pablo Simonetti? ¿Qué viste en dicho texto que llamó tu atención?
“Santa Lucía” es un cuento situado en los noventa, que trata sobre la crisis de identidad sexual de un individuo en la vorágine santiaguina. Es ante todo, una inmersión en la sensibilidad de su autor y una mirada sociológica importante; el cerro Santa Lucía opera como alegoría al destape y represión sexual de los chilenos durante las últimas décadas. Contacté a Pablo con la intención de llevar su historia al cine y la recepción fue excelente. Se involucró como asesor de guión y esto definitivamente enalteció la obra final.

2.- ¿Cuál es el proceso que llevas a cabo y que diferencia esta adaptación de una idea original?
Soy de la posición que no existen obras ni ideas originales. Entendiendo el marco ontológico y prístino de la creatividad desde Heráclito hasta los Estoicos. Toda creación -basada en un impulso libidinal base- dará como resultado un pastiche de nuestra historia, influencias y temores; es lo que Freud llamó sublimación. En este caso, como se trata de una adaptación literaria, tuve que basarme en las imágenes que emanaba el escrito en mí, para armar un guión cinematográfico, que constituye una obra aparte narrada en acciones. Muchas películas están basadas en libros, adaptadas por un guionista y realizadas por un director. El cine mantiene una empatía con el trabajo del otro que es indispensable.

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3.- ¿Cuál es tu método de compatibilidad entre el cine y la literatura? ¿Cuáles son las similitudes (si es que existen) que ves entre una manifestación artística y otra?
Son escenarios similares y diferentes a la vez. Lo primero es entender que el cine nace de la acción dramática, de los gestos, de la puesta en escena y de la profundidad de campo. Es un lenguaje autónomo que busca narrar acciones a través de un lente. El cine es ante todo cinética, movimiento, silencios, proyección. La literatura opera desde un estadio de abstracción con mayores posibilidades; concibiendo la lectura como una película mental. Así pues, muchos componentes literarios y emotivos, deben ser representadas en el cine a través de acciones, intentando evitar la mayor cantidad de diálogo posible, pues te alejas del componente puramente cinematográfico de la obra. Si no puedes filmar un párrafo, debes eliminarlo o trabajarlo en base a estos criterios.

4.- ¿Por qué decidiste estudiar cine? ¿Por qué escogiste la escuela para dicho propósito?
Decidí estudiar cine concibiendo esta doctrina como una expresión artística completa. En ese momento ya había publicado mi primer libro: “Dragones Entre Rosas”, llevaba algunos años estudiando música y acababa de terminar un preuniversitario intensivo teatral en “Teatro Camino” de Héctor Noguera. Me interesó desde siempre el cine ruso -autores como Tarkovski y Zvyagintsev-, percibiendo la influencia musical de Prokófiev y la literatura de Chéjov y Dostoievski. Mi familia materna es de ascendencia judía-rusa, por ende el vínculo histórico y dialógico con este arte fluyó como un romance. Elegí estudiar en la Escuela de Cine por ser única en su modelo pedagógico; ligada a metodologías prácticas de autogestión y cine de autor. La idea de filmar una buena historia, con pocos recursos pero en libertad, me pareció un desafío discursivo pleno de sentido. Muchas veces, el mercado audiovisual mutila las inquietudes de jóvenes cineastas; adoctrinándolos al mercado y devorando sus talentos antes de tiempo.

5.- ¿Qué es lo que más rescatas de tu trabajo con SANTA LUCÍA? ¿Cuáles son tus proyecciones en relación al cortometraje?
Rescato varias cosas, fue un viaje lleno de escalas. Primero, el trabajo con Pablo Simonetti, con el cual tuvimos por lo menos tres sesiones para cerrar el guión, lo cual constituyó una experiencia muy enriquecedora. Conversamos de escritor a escritor, donde pude aprender de sus motivaciones, conocer su estilo y rigurosidad literaria. Luego vino el trabajo con mi equipo técnico, quienes entendieron y empatizaron con la película desde el primer minuto. Para una historia así, teníamos que tener un casting de primer nivel, y qué mejor que contar con Jorge Becker, Blanca Lewin, Esteban Fuenzalida y Charlotte Moreau para conseguir nuestros fines. Los actores nos mostraron una humildad y entrega impresionante; trabajadores, atentos y propositivos, hicieron tangible el dolor más profundo. En cuanto a las proyecciones, queremos que la obra se exhiba en la mayor cantidad de lugares posibles, contemplando un recorrido por festivales nacionales e internacionales. Nos gustaría que las generaciones jóvenes se interesaran en la literatura chilena luego de ver nuestra película.

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*Sobre el realizador Diego Lolic (24): comparte su pasión por el cine con la literatura, siendo autor de dos libros (“Dragones entre Rosas” y “Vorágine”, publicados en 2002 y 2013, respectivamente). Puedes encontrarlo en Twitter como @diegololic.